miércoles, 24 de octubre de 2007

El longanizo

El otro día encontré una cosa interesante leyendo una revista:

"Sus detractores lo apodaron el "longanizo" por aquello de la mezcla de carnes en tal embutido y como una forma de aludir presuntos antecedentes mestizos"
Revista Credencial Historia.
Edición 212. Ago 2007.
Pág., 3.


Debo reconocer que me causo algo de risa encontrar que esta era la razón de tal apodo, en vez de aquel rumor el cual decía que longanizo referencia la virilidad del libertador, porque muchos como yo estábamos convencidos de que esa la razón de tal apodo. Por otro lado, la razón mencionada en la Revista Credencial concuerda con la intervención que se hizo en la presentación del Bicentenario en contra del imaginario conservador antioqueño que mostraba José Obdulio Gaviria.

viernes, 12 de octubre de 2007

Exclusión Social en la Celebración. Del Centenario de la Independencia de Colombia (1910)

Por Santiago Reyes

El centenario de la Independencia de la Republica de Colombia, celebrado en la ciudad de Bogotá durante el mes de Julio de 1910, es un episodio histórico propicio para la reflexión y el análisis desde las ciencias sociales.
Una de las preguntas que surgen luego de analizar las reseñas sobre este evento es ¿Cuál fue el papel que cumplieron los sectores populares en las celebraciones del Centenario de la Independencia de Colombia?, ¿Cómo fueron representados los sectores sociales pobres, de otras regiones, los indígenas o los negros en este momento histórico?
Para entender estos cuestionamientos, es pertinente hacer un breve recorrido al contexto de las “intenciones” que tenían los organizadores del evento, lo que tiene mucho que ver con la “imagen” de país o “idea de nación” que predominaba por aquel entonces en el país.
La Celebración del centenario y la Exposición Industrial-Agraria de Bogotá celebrada en Julio de 1910, fue un evento impulsado desde la administración del presidente Rafael Reyes (1904-1909), mediante la ley 39 de 1907 donde se crea un comité destinado a organizar los festejos. Desde el alto gobierno se decidió que las personas más idóneas, fueran los miembros ilustrados de la Aristocrática Sociedad Bogotana, familiares cercanos al gobierno y los acaudalados dueños de medios de producción: los empresarios. 1
La visión de la realidad que tenían estos grupos sociales quedó impuesta en las actividades temáticas que abarcó el certamen: Arquitectura, Artes y letras, Agricultura, Industria, Economía, etc.). El propósito de los gestores del evento, era hacer una reproducción a escala de las ferias Mundiales que se conmemoraron en fechas cercanas, cómo las de Paris en 1889 y Chicago en 1906, y las celebradas en Latinoamérica como México en 1900, Brasil en 1908 y la simultanea de 1910 en Argentina, de las cuales los miembros organizadores tomaron cómo referencia. 2
Ante este escenario, el objetivo del presente trabajo consiste en Reconstruir y tener en cuenta el papel de los sectores populares (especialmente en Bogotá y las grandes ciudades de Colombia) en las primeras décadas del siglo XX (1905-1920 aproximadamente), cómo una posible alternativa a los abundantes estudios y materiales existentes sobre las aristocracias y sectores opulentos de la sociedad Bogotana de este tiempo.
El elemento mas importante para tener en cuenta en esta investigación es el material Hemerográfico existente en los centros de Documentación (Revistas y Periódicos) e imágenes de le época para poder referenciar, cómo eran recreados por la naciente “opinión publica”, aquellos sectores populares y los habitantes de las diversas regiones del país.
Desarrollo:
Gracias a la orientación que tomó el evento, la consecuencia inmediata fue la nula participación y mención de grupos tales cómo los sectores populares urbanos de las principales ciudades del país, los habitantes de las regiones y las diversas comunidades étnicas-indígenas existentes a lo largo y ancho del territorio Nacional. Esto fue más evidente en los pabellones dedicados a la exposición de los departamentos y regiones donde estaban Antioquia, La costa Atlántica, el Valle del Cauca, y el Tolima, todas enfatizadas en su desarrollo agrícola-Industrial. 3
La exclusión en el evento (y en general en la “idea de nación”, que tenían los organizadores) se hizo más evidente cuando estos grupos sociales, intentaron hacer parte de los festejos y actos oficiales del centenario.
Los visitantes de otras regiones, considerados por los bogotanos cómo “calentanos” y “forasteros” huyeron ante el fastuoso esplendor ceremonial del evento, que incluía complejos discursos de filosofía para explicar la nación Colombiana desde del alto gobierno,4 música de cámara, sumado a una actitud displicente de la clase “dirigente” que se hizo presente, la cual descalificaba y abusaba de la estancia de los visitantes en Bogotá. 5
Debido a este suceso, los visitantes populares trataron de compensar su viaje asistiendo a verbenas celebradas en los barrios “obreros” de Bogotá, cómo el barrio “Las Cruces”.
La principal fuente para corroborar este fenómeno, se encuentra en un texto de opinión, a dos columnas en el diario “El republicano” del 30 de Julio de 1910, escrita por “Ciprian Pericles” (un seudónimo que posiblemente pertenecía a alguna de las personas encargadas de este periódico) donde se mencionaba la carencia de festividades y verbenas de corte popular: “En el programa faltaron festejos para el pueblo, por eso los calentanos regresaron tan rápido”. Luego, simulando un eventual discurso entre “forasteros” menciona: “Vamos a los Toros en las Cruces, dejemos a los blancos”6
Según la investigación de Alejandro Garay titulada “La exposición del centenario. Una aproximación a una narrativa nacional”, el ideal del hombre Colombiano a Inicios del siglo XX, debía corresponder a los patrones del aristócrata Bogotano, el cual promulgaba por un apego a los valores Conservadores, ser un ferviente católico,7 consecuente con los lineamientos de la institución religiosa, y tener un “agradecimiento” con España, por haber “civilizado” estos territorios e instituir su lengua.8 Esto se encuentra en algunos fragmentos del articulo de Opinión “El concepto de Patria” de Carlos Arturo Torres donde hablaba de la religión Católica cómo una “Religión de la Patria”, que generaba una “cohesión social”9. La moral despectiva y excluyente estaba presente inclusive en las esferas de la vida privada, en los “catecismos” y guías de modales refinados: “En esos años de orgullo y optimismo, lo tradicional y lo campesino se tildó de cursi, ñapango y mazmorron” 10
Esta concepción de las clases pudientes sobre lo a su juicio debía ser el país, quedó plasmada en la celebración del Centenario que a pesar de sus imponentes construcciones que emulaban la arquitectura Europea, las conferencias con complejos discursos sobre metafísica dirigidas a los ilustrados y no al pueblo en general son la evidencia de la amplia brecha social que ha sido permanente en la estructura social de la nación Colombiana a través de su Historia. Una diferencia entre ciudad y periferia, la visión predominante de los centros de poder sobre el territorio nacional, que para el momento especifico de esta exposición, estaba mas orientada al juicio de valor de los visitantes extranjeros que por crear un ambiente de celebración nacional en torno a lo que significó la “Independencia” de Colombia, de los designios y el sometimiento a la Corona Española.
BIBLIOGRAFIA:
-Garay Alejandro, “La exposición del centenario. Una aproximación a una narrativa nacional” en: “La ciudad de la Luz: Bogotá y la exposición agrícola e Industrial de 1910” IDCT. Alcaldía Mayor de Bogotá D.C. Bogotá. 2005. (s,p)
-Londoño, Vega, Patricia. “Cartillas y Manuales de Urbanidad y del buen tono”. En Credencial Historia “Catecismos y Urbanidad”. Bogotá. Revista Credencial. 1997.
-Marino, Margarita, Escobar Alberto, Peña Cesar. “Atlas Histórico de Bogotá 1538-1910”, IDCT. Alcaldía Mayor de Bogotá D.C. Bogotá. 2004. Pp. 512.
-Pericles, Criprian. “Los Provincianos por estas calles, lo que vi., y lo que no vi”. En: El Republicano. Bogotá, Jul. 30 1910.
-Torres, Carlos Arturo. “El Concepto de Patria”. En: Revista El Grafico, Nº 13. Serie II. 15 DE Octubre de 1910.
-Primer Centenario de la Independencia de Colombia 1810-1910. Escuela Tipográfica Salesiana. Bogotá. 1910.
-(s.a) “Lo que se olvidó” El Nuevo Tiempo. 23 de Julio de 1910.

De dónde venimos y dónde estamos?

Por Fabián Prieto

Aparte de un ensayo presentado en la clase “Cultura y pensamiento social en la América Latina contemporánea. Principales problemas, tendencias y perspectivas”. (mayo de 2006)

Un evento que se avecina en el orden continental, es la celebración de los doscientos años de independencia. Una experiencia compartida por la mayoría de los pueblos latinoamericanos, pero que en su momento se fundamentó sobre variables propias de las experiencias locales. Estas celebraciones están estrechamente vinculadas al lugar que ha tenido la idea de nación, si bien no desde el momento mismo de la independencia, si desde que dicho proyecto se consolidó gracias a la inserción de cada nación en la economía mundial.

El titulo que da nombre a este apartado corresponde a la “contextualización”[1] histórica de uno de los planes diseñados por el actual gobierno colombiano, el plan 2019 o Visión Colombia II Centenario, el cual en palabras de actual presidente colombiano es “una propuesta que hace el Gobierno Nacional para que teniendo en cuenta el pasado y visionando el futuro, sirva de enlace para los planes de desarrollo de los próximos gobiernos”.[2] Sin dejar de lado que se trata de un plan lanzado por un gobierno que retomó la figura de la reelección (abogando a la historia política colombiana), las bases de esta formulación está dirigida por la Dirección de Planeación Nacional, organismo que potenció, principalmente en la década de los sesenta, la implementación del desarrollo como política para organizar el país.

La necesidad de tener en cuenta el pasado del país en un documento que está pensado el futuro, radica en que los argumentos históricos deben colaborar en la justificación de las nuevas acciones que se proponen. En este sentido, la selección de puntos de referencia y de hitos históricos fundamenta una mirada especial sobre la historia, en donde se deben equilibrar los logros y las carencias del pasado. Y en este sentido, emerge una mirada del pasado que si bien no hace tabula rasa, si selecciona los mejores argumentos con los cuales convocar a la participación de la construcción del futuro.

El documento en este sentido, toma dos indicadores para la evaluación del pasado. Por un lado, presenta un indicador de la estabilidad política del país, con la referencia a que Colombia ha sido el país más estable en cuanto a su institucionalidad democrática en comparación con los demás países de Latinoamérica. Por el otro, están las cifras económicas y estadísticas que hablan de los logros alcanzados por los diferentes gobiernos.

En el caso de la “historia política” señala que “mientras en muchos países del continente predominaron durante largos períodos los dictadores, los regímenes militares y, en general, los gobiernos por la fuerza, en Colombia ha sido tan fuerte la tradición civilista de nuestras instituciones que el poder se ha llegado incluso a caracterizarse, para algunos períodos, como el poder de la gramática”. No sólo la alusión a ese poder de la gramática es de entrada una reverencia al uso de la ley y de la letra para crear un orden caracterizado por la exclusión, sino que se propone una nueva “historia política”, ya que según el documento la academia se ha dedicado a hacer la historia de la violencia. En cuanto a las cifras estadísticas y económicas, se recurre al anacronismo necesario en el establecimiento de series de larga duración. Población y riqueza, además de ser conceptos históricamente construidos, se naturalizan aquí como permanentes en esa historia de cien años. Como se insinuó anteriormente, en este momento de la lectura del documento se le dice al lector, “hemos hecho las cosas bien, pero aun falta más desarrollo”.

Ahora bien, qué elementos principales pueden dar cuenta de esta narrativa histórica, más allá de las pistas que puede ofrecer que dicha narrativa haya sido construida a partir de una institución como lo es Planeación Nacional.

Un análisis inicial puede llevar directamente a la fundamentación misma de la planeación entendida como un concepto que “encarna la creencia que el cambio social puede ser manipulado y dirigido, producido a voluntad”.[3] Este concepto, que hunde sus bases en la historia, fue el inicio de un cambio en “el que se requirieron vastas operaciones ideológicas y materiales y frecuentemente la cruda coerción”. El impacto de las políticas de la planeación sobre la sociedad se hizo evidente, siguiendo a Arturo Escobar, cuando “la gente no se habituó de buen grado y de propia voluntad al trabajo en la fábrica o a vivir en ciudades abigarradas e inhóspitas; tenía que ser disciplinada en esto”.[4]

En relación con la historia, muchos de los proyectos que dieron inicio al auge del pensamiento planificador, conllevaban una evidente supresión del pasado. James Scott cita el caso de la construcción de Brasilia, guiada por los preceptos del urbanismo de comienzos del siglo XX.[5] Colombia, y en especial las ciudades, no fueron ajenas a este impulso entendido como modernización, con el cual se quería hacer que el país por fin entrara en las vías del progreso. Si se recorre la historia de mediados de siglo XX, puede observarse como era un interés para las elites bogotana hacer de la capital una ciudad moderna, capaz de asumir los compromisos de una economía capitalista financiera. Así como las elites locales se enriquecieron, los programas de mejoramiento de las condiciones de vida, hicieron que la ciudad y el país se endeudaran con los préstamos de las organizaciones internacionales. La ideología de la modernización se reprodujo en las concepciones de familia, ciudadanía y nación, creando una nueva generación de ciudadanos que acogían la escala de valores de una sociedad que se autodenominaba progresista.

La historia como celebración o conmemoración


Resulta importante evaluar como en este contexto histórico ese discurso sobre el futuro logró alimentar en muchos casos, las esperanzas de los nuevos habitantes de la ciudad, que por razones muy variadas llegaron a habitar la ciudad. Además de encarnar esa idea de modernización, la ciudad se convirtió en el refugio frente a las acciones violentas que tuvieron lugar en varias zonas del país. El desencademiento de una ola de actos violentos que en Colombia se conoce como la época de la Violencia, se dio en Bogotá tras la muerte del líder popular Jorge Eliécer Gaitán.

La muerte de Gaitán trajo consigo una serie de disturbios en donde la zona central en donde fueron destruidos los edificios del orden conservador que dominaba la escena política a finales de los cuarenta, al mismo tiempo que dejaron el espacio vacío para los arquitectos que no encontraron mejor oportunidad para poner en marcha sus modelos y planes urbanísticos. Pero este proceso se revirtió cuando la ciudad pensada por los arquitectos se desbordó por las cantidades de personas que llegaron a la ciudad.

En términos historiográficos, puede afirmarse que la historia urbana ha estado dividida en dos: la historia desde arriba/la historia desde abajo o si se quiere la historia de la planificación y la historia social. He querido tomar este ejemplo, para reformular el enfoque del documento inicial y abordarlo desde esta distinción. Y aunque como se vio, la historia presentada en el documento 2019 gira en torno a una concepción de política y economía, vuelve a recurrir a la mirada desde arriba que no se compromete con una historia vista en términos de los conflictos de la sociedad colombiana.

Y tampoco es gratuita la alusión a Jorge Eliécer Gaitán, ya que su muerte, a pesar de ser un hito histórico; un punto de referencia de la historia colombiana, es un episodio caracterizado por el silencio, o como actualmente ha tomado fuerza, un momento caracterizado por el perdón y el olvido.
La pregunta que surge entonces es si el bicentenario es una celebración o la conmemoración de una mirada sobre el pasado caracterizada por no asumir su realidad histórica.

Uno de los elementos que da pie a pensar este olvido selectivo, se encuentra en el mismo criterio de periodización tomado por el documento de planeación. Este documento no hace alusión a las numerosas guerras civiles que tuvieron lugar, fundamentadas en el sistema de partidos. No se debe perder de vista, que la narración histórica ha estado largamente atravesada por las versiones partidistas: desde el siglo XIX el partido liberal y el conservador escribieron sus propias versiones de la historia, y su poder se reprodujo en historiadores subsiguientes que ordenaron el devenir de la nación en función de los cambios de mando entre partidos. La historia bipartidista ha creado el más absoluto silenciamiento de las diferentes expresiones políticas del país, situación que además se ha reflejado en la intolerancia frente a terceras opciones.

La historia de la disidencia partidista ha dado las mayores representaciones de esta conmemoración del olvido. Resulta cierto que las afirmaciones sobre los programas de líderes como Rafael Uribe Uribe o el mismo Jorge Eliécer Gaitán podrían ser reevaluadas en términos de la referencia a los presupuestos del socialismo. Sin embargo, no se puede negar que como afirmaciones políticas recurrieron a las voluntades políticas de grupos excluídos de la sociedad. Y como afirma el historiador Herbert Braun, “mucha de la vitalidad de la nación colombiana, por supuesto no toda, parece que surge de abajo”.[5]
El trabajo de Herbert Braun sobre la vida y muerte de Jorge Eliécer Gaitán, a la vez que trae a la memoria las disputas que en el nivel cultural, social y político hacían de la figura de Gaitán, una figura atípica en el decadente estado oligarca de la década de los cuarenta, trae consigo una pregunta por ese olvido tan pronunciado de la clase política, que aprovechó la situación no sólo para modernizar la ciudad, como se expuso anteriormente, sino para fundamentar la represión política sobre el resto de la población. De ahí que en su ensayo sobre los diálogos que fueron propuestos por el gobierno colombiano con el grupo guerrillero de las FARC, en enero de 1997, sirva para constatar la presencia de la memoria histórica en cada uno de los dos actores del conflicto.

Luego de unos momentos terriblemente embarazosos y de unos silencios largos,
la reunión comenzó. En su discurso, escrito con anterioridad, el presidente no volvió
a referirse a esos cincuenta años de historia que abarcaban el conflicto con las
guerrillas.
Para él, éste era un problema sin pasado, por lo menos no un pasado utilizable, que
tuviera alguna significación redimible, para él y para la nación. La lucha guerrillera no
era más que un atavismo, algo que no estaba relacionado con una nación que se
modernizaba, algo que se había dejado atrás hace muchos años. El presidente habló
más bien, con gran fervor, de un futuro de paz y concordia.

Las palabras del líder guerrillero, por el contrario, sí aludieron al pasado. En realidad,
no se refirieron a mucho más. Y estaban llenas de rencor. Para los visitantes de la
ciudad, el encuentro con los guerrilleros en el campo sin duda constituía un desafío
y una aventura. Para la mayoría de los anfitriones rurales, especialmente para los
más viejos, este encuentro tenía algo en común con los que habían ocurrido hace
décadas entre ellos y los jefes políticos venidos de la ciudad.

Braun continúa su versión de los hechos, dejando en claro que los comisionados de paz eran casi todos unos hombres muy jóvenes, que sin duda desconocían la historia de la lucha guerrillera y no tenían prácticamente ningún interés por saber o aprender algo de esa historia. Las consideraciones sobre el atavismo de la lucha guerrillera se emparentó con la historiografía que desde la década de los sesenta buscaba desentramar los acontecimientos cuyos efectos se percibían fácilmente en las diferentes regiones del país, tanto en la ciudad como en el campo.

Ahora bien, el momento en que irrumpió esta historiografía fue la década de los sesentas, en una convergencia con los cambios de orden mundial que dieron nuevos rumbos a la historia, ya sea en la emergencia de nuevas categorías de análisis, la reformulación de otros y la entrada de numerosas historias acalladas por el colonialismo en África y Asia. No menos importante fue el lugar de la revolución cubana en el pensamiento colombiano, y su impronta en los trabajos académicos y en la formación de movimientos sociales.


[1] Aquí se sigue la crítica a la contextualización esbozada por Margarita Serje.en El revés de la nación. : territorios salvajes, fronteras y tierras de nadie. Bogotá, Ediciones Uniandes, CESO, 2006. Según la autora “Las ciencias sociales tienen precisamente como uno de sus principales objetivos el de situar los datos, hechos y fenómenos que estudian en “su contexto”. Los iluminan, ilustran y explican apelando al conjunto de eventos, objetos y hechos que lo rodean. Al mirar de cerca este proceso se presentan, inevitablemente, numerosas preguntas acerca de lo que constituye o no un contexto relevante para el objeto de estudio. Como el objeto de análisis, su contexto es también el resultado de un proceso múltiple de selección y de interpretación. Tanto aquello que se considera problemático como lo que se considera relevante como explicación, depende de la manera en que el contexto se selecciona y de los elementos que se destacan de el”. p. 35.

[2] Plan 2019, Enlace de los Próximos Planes Cuatrienales de Gobierno. Discurso pronunciado por Álvaro Uribe Vélez. Agosto 7 de 2005. http://www.presidencia.gov.co/sne/2005/agosto/07/02072005.htm.

[3] Arturo Escobar. “Planificación” en W. SACHS (editor), Diccionario del desarrollo. Una guía del conocimiento como poder, PRATEC, Perú, 1996 (primera edición en inglés en 1992). p.216.

[4] Arturo Escobar. “Planificación”… p.216.

[5] James Scott. Seeing Like a State: How Certain Schemes to Improve the Human Condition Have Failed. New Haven, Yale University Press, 1999.

[6] Herbert Braun. “Colombia : entre el recuerdo y el olvido , toallas, whisky... y algo más”. En Número (Bogotá). -- no.40 (Mar-Abr. 2004).

¿Para qué utiliza el republicanismo la celebración del centenario?

Por Carolina Boada

Los orígenes del descontento del país por las medidas centralistas tienen su primera manifestación con las protestas realizadas en contra de la Constitución del 86, sin embargo sus causas vienen desde más atrás. A mediados del siglo XIX, se dio en Colombia un proceso de importantes particularidades, la colonización del occidente. En ésta región la posesión y explotación de la tierra se dio de manera distinta, en los demás lugares la tierra estaba dominada por pocos propietarios y era explotada para su beneficio, en el occidente, particularmente en Antioquia, la distribución era más equitativa. La proporción fue la de la mediana propiedad, una familia, su propietaria, era suficiente para explotarla e incluso generar algún excedente, 1 de ésta manera se comenzaron a cimentar las bases para una futura industrialización.

Naturalmente, el proceso de industrialización fue muy lento, pero rápidamente se convirtió en un medio de producción económico muy rentable. El proceso de modernización económico fue posible no sólo por las condiciones agrarias y capacidades adquisitivas, sino por el importante mercado que se empezó a manejar con el exterior. Para poder comerciar con otros países fue necesaria la construcción y mejora de las vías que comunicaban internamente al país2, situación que mueve la economía tanto a nivel regional como nacional. Jesús Antonio Bejarano explica que el proceso de industrialización se dio principalmente en los textiles y manufacturas en Antioquia y aclara que en otras regiones, a pesar de no ser tan fuerte como en la región Antioqueña, existía.3

La intención de crear un Estado que esté por encima de las autoridades locales autónomas ha sido un problema desde la Regeneración. Ésta intención supone desmontar a los gamonales, párrocos y tinterillos, además de pasar por encima de los intereses de los comerciantes. Según Safford “el conflicto básico de la Regeneración como un conflicto en el cual los esfuerzos de Núñez y Caro para crear un Estado central fuerte chocaron tanto con los intereses de una oligarquía comercial, que había mantenido la economía bajo el control privado, como con los intereses regionales de Antioquia y el Cauca sobre todo, que eran recortados por el intento de crear un Estado central.”4 Según lo anterior, se evidencia un problema entre las políticas estatales de centralización y las necesidades de libertad por parte de la incipiente industrialización, es en este contexto cuando asume en 1904 el mandato el General Reyes.

Las regiones, en especial Antioquia, que podían sacar provecho de la situación económica del momento necesitaban un gobierno que les otorgara libertades para actuar, sin embargo el presidente electo para ese tiempo fue el General Rafael Reyes, quién después de la separación de Panamá y La Guerra de los Mil Días, buscaba únicamente el fortalecimiento del Estado Central. Los objetivos del ordenamiento territorial eran claros; desmontar a las elites regionales, fortalecer al Estado central y lograr la dependencia al Estado de los departamentos más fuertes. Reyes pasó de nueve grandes departamentos, autónomos y autosostenibles a 36 y finalmente 25 departamentos pequeños que necesariamente dependían del poder central.5 A raíz de la preocupación por parte de los sectores económicamente poderosos en Antioquia, y conociendo que el objetivo del quinquenio era desmontarlos 6, vieron la urgente necesidad de unirse, sin importar el partido político al que pertenecían, para proteger sus intereses. 7

Con la iniciativa de Carlos E. Restrepo, comerciante antioqueño, de crear una junta para defender la nacionalización del ferrocarril de Antioquia, se dio origen a la consolidación de la Unión Republicana.8 Los republicanos unidos ganaron en todo el país las elecciones a la Cámara, por éste motivo Reyes tiene que salir de Colombia y Jorge Holguín asume, temporalmente, la presidencia mientras presenta la carta de renuncia del General. Como faltaba un año para la finalización del periodo, el Congreso elige a Ramón González Valencia por un año. El 15 de Julio de 1910 fue elegido Carlos E. Restrepo como presidente y se organiza la Asamblea Nacional para llevar a cabo la reforma constitucional de 1910.

El republicanismo asume el poder el mismo año de la celebración del centenario de la independencia. ¿Para qué utiliza el republicanismo la celebración del centenario? La hipótesis explica la relación que existe entre los objetivos republicanos y la celebración del centenario. Mediante la celebración del centenario se pretende evocar los tiempos de la independencia, los grandes hombres y el momento de la historia en que todo el pueblo luchaba por un mismo objetivo. Lo anterior se evidencia en algunos artículos de prensa que fueron publicados para la celebración del centenario9. Ahora bien, el partido republicano pretende la superación de los odios partidistas, para que el país encuentre un estado de paz constante óptimo para el impulso de un desarrollo económico. En pro de los anteriores objetivos, el partido republicano, además de culpar a Reyes, al bipartidismo histórico, la separación de Panamá y la Guerra de los Mil Días como causas del fraccionamiento, adopta la celebración del centenario promoviendo la idea de la necesaria unión de la nación. Recuerdan con dicha celebración aquel tiempo en donde todo el pueblo se mantuvo unido dejando de lado los intereses, para lograr gracias a una lucha común, la independencia. Evocando ese triunfo se transmite el mensaje a los colombianos de 1910, que muestra cómo las cosas sólo funcionaron cuando se esta en perfecta unidad, se presentan como un partido que deja las fracciones atrás y que, necesariamente como lo dice el ejemplo de la historia, será benéfico para toda la patria. Según lo anterior, se evidencia de qué manera el republicanismo utiliza una circunstancia, para fortalecer su candidatura y primer tiempo de mandato, promoviendo la vuelta a una situación pasada como justificación de un acto presente.

Bibliografía

1-Bushnell, David. Colombia una nación a pesar de si misma. Bogota, Planeta. 2004.
2-Manual de historia de Colombia tomo III, Siglo XX. Bogota, Editorial Printer Colombiana Ltda. 1984.
3-Motta Vargas, Ricardo. Ordenamiento territorial en el quinquenio de Rafael Reyes. Bogota, Ediciones Doctrina y Ley Ltda.. 2005.
4-Lemaitre, Eduardo. Rafael Reyes: caudillo, aventurero y dictador. Bogota, Intermedio Editores, una división de Círculo de lectores S.A. 2002.
5-Brugman Álvarez, Catalina. El fracaso del republicanismo es Colombia entre 1910 y 1914. Trabajo de grado para optar por el titulo de politólogo. Universidad de los Andes. Bogota, 2000.
6-Ocampo, José Antonio, Historia económica de Colombia. Bogotá, siglo veintiuno editores de Colombia Ltda., 1988.
7-Kalmanovitz Salomón, Economía y nación una breve historia de Colombia. Bogotá. Tercer mundo.1995
8- Eduardo Lemaitre, Rafael Reyes: caudillo, aventurero y dictador. Bogota, Intermedio Editores, una división de Círculo de lectores S.A. 2002
9- Tovar Zambrano Bernardo, La historia al final del milenio: ensayos de historiográfica colombiana y latinoamericana. Bogota. Editorial Universidad Nacional.1995.
10-Cardoso, Ciro F.S. Introducción al Trabajo de la Investigación Histórica. Barcelona, Editorial Critica, 1982. pp. 135-164.
11-“Nuestra Propaganda”. Vida Nueva. Septiembre 24 de 1904. Serie III. Número 28.
12- La base del error”. Vida Nueva. Junio 29 de 1904. Serie I. Número 3.